OSWALDO TRUJILLO

El femicidio: acción de dar muerte a una mujer por el hecho de ser mujer

femicidio Oswaldo Trujillo

El término homicidio proviene etimológicamente del latín homicidium. Todos sabemos lo que significa: matar a un ser humano. Homi proviene de homo que significa humano, hombre, ser humano. Cidio, por su parte es una apofonía del verbo latín caedere que significaba cortar o matar.

 

Todos somos humanos: hombres, mujeres, heterosexuales o pertenecientes al colectivo GLTBI, con capacidades especiales o no, todos somos seres humanos y todos estamos cobijados por el término que describe uno de los actos más reprochables de la conducta humana: dar muerte a otro humano.

 

Entonces, si todo es así de claro ¿que significa el femicidio? ¿Es una simple novelería de género como algunos la catalogan? Pues no. El feminicidio es un termino jurídico nuevo, que nace, literalmente, de la sangre derramada por cientos de mujeres muertas a manos de hombres por el simple hecho de ser mujeres. Asesinadas por su género y por lo que otros piensan que debe ser su rol en la sociedad.

 

El término feminicidio, popularmente acortado al conocido femicidio tiene su génesis en los campos algodoneros de Ciudad Juárez, Chihuahua, México, e irrumpió la universalidad del empleo del término homicidio para describir la muerte de un ser humano a manos de otro.

 

Al principio del siglo XXI, ciudad Juárez era parte del boom de maquilas generadas en ese país, a consecuencia del acuerdo de libre comercio suscrito con Estados Unidos y Canadá. Las nuevas fábricas de manufacturas textiles necesitaban mano de obra y las mujeres pobres de Juárez vieron en ellas su oportunidad de trabajar, progresar, generar ingresos para ellas y sus familias y mejorar sus vidas. Algo lógico, encomiable y para nada reprochable.

 

Estas mujeres no sabían que por el simple motivo de querer prosperar mediante el trabajo honesto para generar sus propios recursos económicos, estaban despertando a un monstro horrendo que reptaba bajo la piel de Juárez: El machismo.

 

El enfermo y obtuso pensamiento de ciertos hombres de ciudad Juárez no les permitía aceptar el hecho de que la mujer trabaje en algún sitio que sea fuera de su hogar y en funciones diferentes a las tareas que ellos les asignaban: domesticas, de reproducción y de recreación sexual de sus parejas. Los machos eran los únicos llamados a proveer a sus familias, mal o bien, borrachos, golpeadores, mujeriegos o delincuentes, ellos y nadie más que ellos.

 

No pasó mucho tiempo hasta que en los campos algodoneros y en los descampados circundantes a ciudad Juárez empezaron a encontrarse cadáveres de mujeres muertas. Violentamente. Lo único que tenían en común sus cadáveres eran su género, su juventud, su falta de recursos económicos y su deseo de trabajar.

 

Cuando se reportaba la desaparición de una mujer de esas características las autoridades policiales y judiciales de ciudad Juárez actuaban con total parsimonia, recibiendo denuncias de desaparición y básicamente nada más. Generaban investigaciones mediocres que se archivaban al dar con las osamentas descompuestas de las mujeres desaparecidas en los campos algodoneros y despoblados del sector. Los culpables nunca se encontraban, la identidad de los homicidas siempre desconocida y solucionar esos casos era tarea poco menos que imposible. Y es que, todo es imposible cuando no hay voluntad.

 

La Corte Interamericana de Derechos Humanos sancionó a México por su inacción en la prevención y posterior investigación y sanción a los culpables por la muerte de decenas de mujeres que tenían entre si una cosa en común: Ser mujeres. Murieron por eso, por ser mujeres que se encontraban fuera de sus hogares trabajando. Si ellas hubieran sido hombres no hubieran muerto. Murieron a causa de su género.

 

Esta pequeña síntesis, es un sencillo homenaje de reconocimiento a la mujer y a su valor en la sociedad, al deber del estado y de toda la sociedad de protegerlas, como a todos, de investigar cuando desaparece una y de no parar hasta dar con sus victimarios y sancionarlos.

 

Estadísticamente, en el Ecuador el año 2021 fue el más alto desde que se tiene registros en la comisión de feminicidios: una mujer muerta cada 1.8 días. El Estado y la sociedad no pueden continuar así.

 

Ciudad Juárez puede ser cualquier ciudad del mundo en la que exista machismo enfermo y desidia en la población aupada por la complicidad de sus autoridades indolentes al momento de investigar hechos de violencia en contra de las mujeres por el simple hecho de ser mujeres.

 

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