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No hay semana que pase sin tener noticias de un escandalo judicial. Sea un habeas corpus polémico, una acción de protección con motivos políticos, medidas cautelares o sentencias sin fundamentos. Todo el tiempo pasa algo “raro” en nuestras cortes y juzgados.
Lo que todos nos enteramos por los medios de comunicación o las redes sociales es solo la punta del iceberg. Lo que sufren- sufrimos- los que trabajamos con el sistema de administración de justicia es increíble. Compadrazgos. Desidia. Incompetencia. Corrupción. Maldad. Son todos adjetivos que califican el día a día del sistema de justicia ecuatoriano.
Lo del juez Banny Moreira no es la excepción. Este juez ahora es conocido por todos por su infame habeas corpus extensivo, pero este mismo juez ha estado involucrado en procesos penales por extorsionar a presos a cambio de beneficios penitenciarios. ¿Cómo creen que actuaba regularmente? ¿En derecho? Yo no creo. ¿En cuántos casos más habrá actuado por corrupción y no por justicia?
Y seguía ejerciendo como juez a vista y paciencia de todos. De seguro seguiría haciéndolo si no se metía con la polémica que despiertan Jorge Glas y Daniel Salcedo. Se habría salido con la suya muy probablemente si solamente sacaba al preso desconocido de la cárcel y no a los dos famosos. Seguiría siendo una autoridad judicial encargada de impartir “justicia”.
Ese es el problema. Por cada Banny que comete el error de meterse a hacer sus pillerías en casos de alto perfil, hay decenas de funcionarios que hacen lo mismo con casos que no tienen pantalla.
A los abogados nos toca decidirnos. Estar de un lado o del otro. Ser cómplices y financiar a los Bannys con el pretexto de necesidad, de hacerlo por nuestros clientes, de estar con las manos atadas ante las circunstancias. O la de combatirlos. La de alzar la voz y quejarnos, la de perseguir la justicia a toda costa, y ganarnos de enemigos a los amigos de lo chueco, a ser incomodos para los corruptos.
El segundo es el camino que yo escogí. Mis clientes lo saben. Conmigo no encontrarán un cómplice para cohechar a nadie, ni una víctima de las circunstancias que se vea atada de manos y tenga que caer en la corrupción porque no tiene el temple de plantarse firme y alzar la voz. La ley debe cumplirse, el compadrazgo debe acabarse. Los Bannys deben ser desterrados del ambiente judicial.
El amiguismo, ese falso espíritu de cuerpo, mediante el cual los funcionarios judiciales torcidos se amparan entre sí para cometer fechorías y evitar ser investigados por sus pares es un cáncer. Para nosotros los abogados penalistas del Ecuador es importante combatirlo. No es justo tener que litigar fijándonos en las redes clientelares de los fiscales y de los jueces, si uno es amigo de tal o de pascual.
La camaradería entre pares, el respeto, la amistad genuina y transparente, debe ser fomentada, lo que no puede ser tolerado es que en aras de la amistad se maquillen redes clientelares que lo que hacen es corroer las entrañas de la función judicial. Ya basta! Lo justo no se negocia!
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